(Basado principalmente en la información obtenida en la
página “Stanford Encyclopedia of Phylosophy”, y en las películas “El efecto
mariposa” y “Batman: El caballero de la noche”).
Han pasado
muchos años desde que la humanidad decidió enfrentarse a Dios para encontrar el
sentido de la vida y el significado del universo por sí misma, a través de la
razón. Sin embargo, parece que la meta de la maximización del conocimiento no
ha sido tarea fácil; el mundo es difícil
de entender. Durante siglos se ha
avanzado sin llegar nunca a estar cerca de la culminación en el estudio del
mismo, atacando por todos los frentes, y al mismo tiempo: la física, la
astronomía y la matemática funcionan de manera conjunta e inseparable en pro
del descubrimiento de las respuestas secretas a las preguntas de la filosofía.
Partiendo del
principio de causalidad, llevado a la física por los deterministas Heisenberg y
Schrödigner (que podría manifestarse como: “toda
acción produce un efecto”), la meta es poder entender cómo se produce éste
fenómeno en el espacio tiempo y extraer su cadena de causa efecto.
El “sistema
matemático” ha sido sinónimo de orden. Sin embargo, para ser instrumento útil a
la realidad, los números han tenido que hacerse maleables, tomando las formas
complejas de la realidad. No existe aún el teorema que pueda comprender en su
totalidad, en su intrincado ser, el conjunto de elementos que nuestros sentidos
perciben al mismo tiempo en un segundo. El físico Bishop, ha denominado
“espacio estado” al sistema en el cual se desarrolla su teoría.
El espacio
estado es un conjunto abstracto e infinito de puntos matemáticos, en el que
cada uno de ellos es un posible estado del sistema a evaluar; para ello se
seleccionan las variables cruciales, es decir, aquellas que determinan su
movimiento para poder entender la mecánica de dicho sistema. Con fines
científicos, se asume que dentro de este espacio se mueve toda la materia, cuya
unidad más básica hasta hace algunos años era el átomo (del latín atomum, sin división).
Hoy, la física
ha partido del postulado del efecto fotoeléctrico de Einstein para desarrollar
la teoría cuántica, en la cual el Quantum no sólo es la unidad de la cual está
hecho el átomo (un electrón puede tener de 4 a 5 Q), sino que del Quantum también
está hecha la energía misma. De éstas partículas está hecho todo, desde la luz
o el aire, hasta nuestra propia piel.
No las podemos ver, sólo sabemos que
existen. ¿Pero cómo podríamos captar el mecanismo que rige su movimiento, en el
grado en que nos permitiera predecirlo?
La ciencia, ajena
a la fe desde hace siglos, ha aceptado la “Faithful Assumption” del citado
Bishop, que consiste en un supuesto sin mayor fundamento, por medio del cual se
busca captar esta realidad a través de un modelo matemático ideal dentro del
“espacio estado”. Con cada descubrimiento, con cada avance se supone que
este modelo se irá completando y mejorando.
La fe es creer en lo que no se
puede comprobar, y este modelo no puede ser comprobado: la ciencia necesita de
la fe.
Hasta el
momento, podemos tener como bases de los siguientes razonamientos, la existencia
del “espacio estado” y el Quantum como unidad mínima de la materia.
La tercera base
de esta teoría es el postulado DSCI (dependencia sensible de las condiciones
iniciales), el cual establece que las características primigenias de un sistema
establecen las pautas de su comportamiento futuro. Ante la más mínima alteración
de estas condiciones iniciales, todo el resultado podría ser radicalmente
distinto.
La multiplicidad
de elementos que componen la realidad, la mayor parte de los cuales se
encuentra en constante movimiento, hace que los efectos que produce cualquier
tipo de causa resulten indeterminables.
Pero, ¿qué es la
teoría del caos? Kellert la presenta como “el
estudio cualitativo del comportamiento inestable y aperiódico en sistemas
determinísticos, dinámicos, no lineares”. En otras palabras, es el análisis de comportamientos desordenados,
sus condiciones iniciales y el progreso de su movimiento.
Es particularmente
confusa la aplicación de esta teoría en la práctica. Sin embargo, ésta no se
opone al sentido común. La mayoría de eventos que suceden en el mundo y que no
tienen carácter tecnológico, no se comportan de manera lineal sino que, por el
contrario, tienen comportamientos erráticos, impredecibles.
La mayor parte
de los hombres nos intimidamos por el hecho de que nos es casi imposible
predecir un movimiento telúrico, un huracán o un tsunami, con suficiente tiempo
como para avisar a todos los posibles afectados. Estamos al borde de la muerte constantemente, y a pesar de saberlo, no
podemos sino ignorarlo, porque dilucidarlo está por fuera de nuestro alcance.
El llamado “efecto mariposa” constituye un ejemplo
maravilloso. Una mariposa emperador aletea en las pampas de la tierra del fuego,
en la Patagonia argentina. Tres meses después, un tornado se desata en el
estado de Texas, en los Estados Unidos, lo segundo fue causado por lo primero.
¿Cómo explicarse tal cosa?
La película
basada en la famosa metáfora, trata de aproximar la Teoría del Caos a la vida
cotidiana del hombre común. El personaje que Ashton Kutcher representa en ella,
modifica algunos hechos de su pasado, y el resultado es nada menos que una vida
diferente. Es escalofriante pensar cómo
la más ligera desviación en nuestro comportamiento pasado hubiese producido grandes
cambios no sólo en nuestras realidades, sino también en las de todos los que
nos rodean.
Si nos sorprende
lo que puede derivarse de la aplicación de la teoría del caos a la vida de una persona en particular, le pido al lector que imagine
lo que implica la confluencia de todos esos cambios entre los miembros de un
grupo social; sus colisiones y ausencias claramente determinan los destinos de sus circundantes, en una
cadena constante e interminable.
Heath Ledger entrega,
en la mejor actuación de su vida, la mejor explicación de qué implica la
entrada del elemento caos a una sociedad:
"Dos Caras/Harvey Dent:
¡Eran tus hombres, tu plan!
Joker:
¿Acaso me veo como un tipo
con un plan? ¿Sabes lo que soy? soy un perro que persigue automóviles. No
sabría qué hacer con uno si lo atrapara. Tú sabes, yo solo… hago cosas. La
mafia tiene planes, los policías tienen planes, Gordon tiene planes. Tú sabes,
ellos son planeadores. Planeadores tratando de controlar sus pequeños mundos.
Yo trato de mostrarles a los planeadores cuán patéticos son sus intentos de
controlar las cosas en realidad. Entonces, cuando te digo… Ah, ven aquí.
Joker:
Cuando yo te digo que lo
tuyo y lo de tu novia no fue nada personal, tú sabes que te estoy diciendo la
verdad. Son los planeadores los que te pusieron donde estás. Tú eras un
planeador, tú tenías planes, y mira a donde te llevaron.
Joker:
Yo solo hice lo que se
hacer mejor. Tomé tu pequeño plan y lo volteé en tu contra. Mira lo que le hice
a esta ciudad con unas pocas pipetas de gas, y un par de balas. ¿Hmmm? ¿Sabes…
sabes lo que he notado? Nadie entra en pánico cuando las cosas van “de acuerdo con
el plan”. ¡Incluso si el plan es horripilante! Si mañana, yo le digo a la
prensa algo como que un violador va a ser asesinado, o que un camión lleno de
soldados va a ser volado en pedazos, nadie entra en pánico, porque todo es
“parte del plan”. Pero cuando yo digo que un pequeño viejo alcalde va a morir,
bueno, ¡todos pierden la cabeza!
Joker:
Introduce un poco de
anarquía. Altera el orden establecido, y todo se convierte en caos. Yo soy un
agente del caos. Oh, ¿y sabes algo sobre el caos? ¡Es justo!"
(Traducción
libre).
Queda demostrado
en el transcurso de la escena, que el mayor riesgo no es ningún fenómeno
natural: el verdadero peligro del caos radica en todos nosotros, en nuestra
naturaleza veleidosa, en la masa enardecida, en el desorden que implica romper
el contrato social, y abalanzarnos los unos contra los otros.
Al fin y al
cabo, nuestros cuerpos, nuestros cerebros y por ende nuestras voluntades
también están sujetas al determinismo cuántico; son impredecibles y pueden
sufrir graves cambios con la más ligera alteración, que puede no sólo ser
física, sino también intelectual y moral. El “aleteo” de un pensamiento puede
causar huracanes en las sociedades.
Homo homini lupus. Thomas Hobbes.